Reencuentros del destino – Parte 2

Si, pasaron 4 años sin vernos y nos chocamos dos veces en menos de 10 días.

Para las personas que recién entran o de pajeros no leyeron la parte anterior, y tiene ganas de leerla para no estar en pelotas mientras leen esto… sea muy amable y haga click acá!

Ahora prosigo… Ayer sorpresivamente me llamaron por teléfono para una entrevista de trabajo… yo para no hacerme ilusiones al pedo no le di mucha importancia tanto así que recién me acorde anoche como a las 2 de la matina que hoy a las 8 tenia que estar ahí, paradita e impecable con CV en mano para la seguidilla de preguntas.

Y así fue, pero… no se por que no le di la importancia que “una entrevista de trabajo tiene que tener”. Me paso en anteriores oportunidades de pasar horas pensando que ponerme, horas produciéndome, peinándome y haciendo que todo combine meticulosamente. Esta vez no fue así… me desperté tarde, me quede en la cama como 15 min viendo como vendían por TV un masajeador de dedos del pie… me tome mi café, me puse crema para peinar, me cepille los dientes, me chante un poco de base, agarre lo primero que encontré y salí.

Ahí estaba yo… linda pero sencilla… con los mochos endemoniados que me proporcionaron el frizz típicos de estos días… y una actitud de: me voy a encontrar con un desconocido, charlar de pelotudeces y cuando me desocupe me voy a ver vidrieras por ahí. Y fue así… yo entre relajadísima, como quien se va a encontrar con un amigo o con la tía buena onda… no mentí en nada, es mas… hable hasta por los codos, termine contando anécdotas chistosas y pegue muy buena onda con una de “las contrincante” que también quería el trabajo… tanto así que intercambiamos números de teléfono y quedamos en salir a tomar algo.

El reencuentro paso cuando entre a lugar… me acerque al mostrador para preguntar donde tenia que esperar que me llamen y cuando me di vueltas para buscar “mi lugar” siento como mi cuepo impacta nuevamente contra el de otra persona y cuando levante mi cara para mandar a la puta madre que lo pario a ese pelotudo que no tuvo cuidado… nuevamente apareció el.

Volvieron los mochos??? eso largo antes de un hola… y esta vez pidió disculpas por el choque, rematando para entrar nuevamente en confianza… que loco el destino che… en tanto tiempo sin cruzarnos y ahora nos chocamos dos veces…

Hoy se encontraba mas como lo recordaba yo que como lo vi la otra vez…. remera grandota, camperita con capucha y cara de desvelo…. Y yo… no tan producida, con los mochos al viento y con un aire de relax que desesteraba a cualquiera con solo verme.

Por un momento sentí como si el tiempo volviera atrás… por unos segundos me sentí que salía del colegio y nos encontrábamos en una esquina… que no tenia 23, que  tenia 15 años y me escapaba para encontrarme con el.

Viniste a la entrevista??? mira si quedas…. nos vamos a chocar siempre. Después de decir eso puso una cara rarísima… me dijo que se tenia que ir, saludo y desapareció.

Yo me senté “en mi lugar designado”, puse mi mejor cara de circunstancia y me dedique a mirar por la ventana como pasaba la gente hasta que una sombra se paro a la par mía. Nuevamente el… se sentó junto a mi y comenzamos con una charla que me pareció mucho mas larga de los 5 min reales que dudaron.

Me conto que esta hace 6 meses ahí, me pregunto por amigos en común y hasta nos agarro un ataque de risa por un par de temas bizarros de nuestra infancia. Te acordas de???? siempre aparecía esa frase… faltaban las fotos viejas, la pizza y estar sentados en medio de un par de almohadones.

Lo vi mas grande... El me vio igual… lo recalco muchas veces y después de decir: “parece que a vos los años no te pasan”, nos dimos cuenta todo el tiempo que si había pasado, y lo raro que sonábamos diciendo algo así. El me pareció mucho mas alto… y si… con un par de kilos demás que en nuestro ultimo reencuentro adolescente…. también pensé, que el saquito de la otra vez lo favorecía mucho.

No hablamos de su novia ni me pregunto si yo tenia… no hablamos del Cobayo, ni nos preguntamos por que dejamos de vernos… no nos hicimos las millones de preguntas que seguramente se nos pasaban por la cabeza, no acordamos vernos de nuevo ni intercambiamos números de teléfono. Fue así… un loco reencuentro que el destino nos proporciono otra vez.

Nuevamente saludo… me deseo suerte y se fue. Al rato lo vi salir a fumar un pucho… me causo gracia, pensar que me re puteaba cada vez que me veía prender uno y ahora el también fuma. Yo simplemente sonreí y me quede mirando como el me miraba desde el otro lado del vidrio… Por que si, me miraba y yo haciéndome la pelotuda sonreía.

Que cosa loca esto del destino no?